sábado, 19 de abril de 2014

Rayleigh scattering effect

Hablemos de la luz. De las partículas pequeñitas que disipan la luz blanca en luz azul. De las partículas más grandes que no dispersan ni madres, lo cual explica que las nubes sean blancas y el cielo azul. Hablemos de mis ojos que eran miopes. De cómo todo está rodeado por un como vapor de regadera estos días. De como en las noches me da esta preocupación por estar excediendo el tiempo adecuado de uso de los lentes de contacto; nomás por pura costumbre.

Hablemos de la capacidad humana no acotada para darnos atole con el dedo. De cómo los miopes no podemos ver más allá. De cómo nos es más fácil lidiar con nosotros mismos primero. De cómo cierro los ojitos y corro un escaneo para saber qué me duele.

Hablemos de la torpeza y la ceguera que me son tan innatas. De la sensación que no desaparece de no tener ni idea de lo que estoy haciendo. De la falta que me hacen a veces tus manos, que son tantas manos, para hacerme bolita en ellas y dejar fuera al mundo, Paloma.

Hablemos del par de espinas que traigo atravesadas en el pecho. En la garganta. De mis sueños recurrentes de chicles en los dientes. Que nada tienen que ver con los ojos, pero ya entrados en gastos...

Uy y hablemos también de mis planes para el verano. De cómo me gustaría que fueran ligeramente distintos pero no estoy segura de cómo. Es más, ya sé con que voy a fantasear al rato que me acueste. Si este verano fuera 100% a mi gusto...


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