Ya sé. Quizá lo que necesito es una declaración de principios. Para que de aquí a un mes esto no me vuelva a pasar. Es que tanto desmadre me está matando, por dios.
Creo en que el mundo puede estar mejor. Creo que mis habilidades y yo podemos hacer algo al respecto. Creo en A, que no es ni dios ni padre ni todopoderoso pero hace magia; que si me dice que brinque, yo me busco la ventana más alta para lanzarme. Creo en mis ahora colegas. Creo en que me pueden hacer crecer. Creo que pueden volverse mis amigos, amigos. No me atrevo a decir mis chiles, chiles, porque creo que ponerlo en esos términos es tentar a la suerte y quién sabe qué pase. Creo en mi familia, aunque me regañen porque dicen que no me cuido y que me arriesgo y que me mato. Creo en el poder de las ideas. Creo que la idea que mueve a este lugar está chingona. Pero creo más en un rollo propio; aquí y ahora, con los que estamos y somos. Creo que debo hablar más y más fuerte. Creo que debo pensar más para poder expresarme más precisa y elocuentemente. Creo que debo dejar de hacerme pequeñita. Creo que debo dejar de maltratarme. Creo que debo matarme en el intento porque si no es ahora, mañana nadie sabe. Creo en el amor que evita que los hombres se destruyan. Creo en el amor que hace que todo se mantenga unido. Creo en la intuición cabrona que tengo para la gente. Creo en mis canas; en que algo he aprendido. Creo en que en diez años seré una chingona. Creo que necesito dejarme de medias tintas que me están dando en la madre; creo que debo creerme todo esto.
Confieso que gran parte del tiempo no me siento la gran cosa y quizá por eso hago menos de lo que sé que podría.
Espero la resurrección cada mañana de mis esperanzas y mis fuerzas para que pueda aguantar. Porque si esto sale, va a salir chingón.
Amén? Sí, amén.
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