Recuerdo la vez que bailamos. Por fin entendí por qué Paté de Fuá me mueve tanto el piso: todo por aquella... No, más bien, todo por Aquella vez.
Por supuesto que recuerdo la luz azul del cuarto, la sábana que me envolvía, la emoción de estar en uno de esos instantes que no vuelven....
O bueno, que sí regresan, pero transformados en una angustia chiquita en la boca del estómago que de repente --cada vez menos-- me toma por sorpresa y, para qué negarlo, me hace sonreír.
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