[...] el seducir a una muchacha no es difícil, pero sí lo es ¡y cómo!, saber encontrar a una muchacha que merezca ser seducida. [...] Mi muchacha lleva ahora una existencia de calma y paz; nada sabe en absoluto de mi presencia, de lo que pasa en mí, que con tanta seguridad siento que podré dominar su porvenir. Pues en este momento, mi alma exige la realización del sueño, desea con mayor intensidad hechos reales; anhelo que a diario se hace más fuerte. Cuando una muchacha no despierta en nosotros, desde la primera mirada, una impresión tan viva que cree una imagen ideal de sí misma, generalmente no es digna de que nos tomemos el trabajo de buscarla en la realidad. Pero si despierta en nosotros esa imagen, pese a nuestra experiencia, nos sentiremos dominados y vencidos por una desconocida fuerza. [...] ¿Qué placer puede brindar un amor si no contiene en sí mismo el abandono de una de las partes?
Diario de un seductor.
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