Entradas obligadas

Siento que tengo que escribir algo al respecto. Aunque para nada esté en el mismo estado de apendejamiento como el día que me enteré. Well... To be fair, sigo pensando que si eligen Sleepwalk como canción que bailan los recién casados en la fiesta, los mato con unas tijeras. 

Para nada sigo en estado de drama (aunque, obviamente, cuando suban las fotos regresaré por estos lares a quejarme). Me duró una noche y medio día el apachurramiento. Y creo que no duró más por mis clases del semestre (ah, y porque mi fuckin hermano no se dormía y no me dejó llorar a gusto). Por eso no me canso de decir que la escuela es lo mío. Por cierto, me acuerdo de cómo hablábamos y fantaseábamos sobre evitar la vida laboral y ser estudiantes por siempre. Me acuerdo de su abuelo y él hablando sobre cómo agarran a los ingenieros a billetazos y ni se titulan...

Lo que sí he de decir es que fueron un par de días donde todo, TODO se trató de él. Hasta el nuevo wey de la maestría resultó conocerlo. Y la cereza fue volver a soñarlo antes de enterarme de lo inevitable. Habrá sido este sexto sentido mío, je, porque tiene rato que no pasaba.

Yo no sé si sea tan bueno este valemadrismo que me cargo de repente. Creo que ya no me emocionan ni las bodas ni los amores. Y pa'l caso, tampoco los desamores. Santos patronos de la ingenuidad, ampárenme, que a veces me canso de estar tan ña. Me caga no querer sacarme el corazón del pecho más seguido. Aunque por ahora tanta cosa que aprendo sea buena fuente de adrenalina.

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No tengo muchas ganas de hablar de cómo parece que no eres tan buen tipo como yo pensaba. De cómo no estás a la altura de lo que pienso de ti. Pero sí diré que no voy a buscarte; que me rehúso a que me griten en la cara que Santa Claus es otra chaqueta mental. Un día de éstos voy a ser una chingona. Y quizá voy a seguir ofrendando mis esfuerzos en tu altar. Es que, es como dijo un muy buen tipo: habrá que trabajar el doble por el amigo caído.